
San Lorenzo de El Escorial. Real Coliseo Carlos III. 1-VI-2024. Raíces Barrocas. Fundación Più mosso. Yago Mahúgo, clave. Música para clave de F. Couperin, P. Royer, D. Scarlatti, A. Soler, L Boccherini y Ch. Moyreau.
Quienes tantas veces nos quejamos de lo inadecuado de las salas de conciertos modernas para la interpretación de música barroca con instrumentos de época hemos tenido la fortuna de poder escuchar un clave francés de 1769 en una sala construída en 1772 (el Real Coliseo Carlos III de San Lorenzo de El Escorial). Cierto que se trata de un teatro y no de un salón, como aquellos en los que, sin género de dudas, se interpretaba esta música en su época, pero se trata de un teatrito diminuto, con una acústica excelente, que permite escuchar el clave con una presencia y claridad sobresalientes. Cierto que la fastuosa copia del Taskin de 1769 hecha por Keith Hill ayuda mucho, con su densidad, sus colores, su pastosidad…
Hacía tiempo que Yago Mahúgo no tocaba en Madrid; y había ganas. Como concierto inaugural del ciclo Raíces barrocas, que organiza la Fundación Più mosso y que se desarrollará en cinco conciertos durante este mes de junio, el clavecinista madrileño nos ofreció una selección que enfrentaba música francesa y española. El intérprete, al final del concierto, lanzó un desafío al público: ¿quién ha ganado?
Empezó con su querido François Couperin, haciendo una selección de los órdenes primero y tercero: La Auguste, La Majestuose, Les Silvains, Les Sentiments y L’Enchanteresse, en el primer caso, y La Ténébreuse, Les Regrets y La Favorite en el segundo. Empezó algo frío, con algunos fallos de digitación, pero pronto sanó seguridad e hizo a las mil maravillas tanto las piezas más inspiradas en el siglo XVII, en las que hizo de forma magnífica los complejos ornamentos, como las que representan el nuevo estilo, muy finas y delicadas (Les Silvains, Les Sentiments y L’Enchanteresse). Que Mahúgo se mueve como pez en el agua en ambos estilos ya lo sabíamos, merced a sus numerosas grabaciones. Sin embargo, si alguien me preguntase por el estilo donde alcanza cotas más elevadas, yo respondería, sin dudarlo, que el de mediados del XVIII, el bucólico, delicado, nostálgico, melancólico y sentimental de la madurez de Luis V. Aquí hace gala de su dominio del rubato, de las inégalités, que tan necesarias son en esta música; en una palabra: antimetronómico, lo que proporciona un fraseo delicioso, como pudo comprobarse en los dos Royer: La Zaïde y L’Aimaible.
La segunda parte se destinó a tres fandangos —españoles, naturalmente—, los célebres de Domenico Scarlatti y Antonio Soler y el de Luigi Boccherini, transcripción del propio Mahúgo del original para quinteto con guitarra. Pasó algunos apuros con el napolitano, dominó en Soler y bordó Boccherini. La propina podría decirse que no fue tal, sino más bien una tercera parte del concierto, al unir consecutivamente La marche des gris-vêtus (F. Couperin) y La marche des Scythes (P. Royer) unidas por una pieza del primer libro de Christophe Moyreau, otra alegre y deliciosa marcha titulada La japonaise, que bien mereció ser rescatada del olvido. El broche fue extraordinario. Hizo Couperin con sentido del humor y delicadeza; Moyreau, con todo el encanto, jovialidad y ligereza; y Royer, con un virtuosismo y contundencia sobresalientes.
Un estupendo concierto que nos permitió el raro placer de escuchar clave francés en Madrid. Y, en cuanto a la pregunta que lanzó Yago… qué quieren que les diga; apartemos el patriotismo a un lado y digamos la verdad: Vive la France!
Javier Sarría Pueyo
(Foto: Antonio Pugliese)
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